miércoles, 30 de enero de 2013

Y los TLC de Colombia, ¿en qué van?

Un Tratado de Libre Comercio es un acuerdo comercial y equitativo, bien sea regional o bilateral,  que se hace entre dos países para exportar e importar productos nacionales entre sí, libres de arancel y algunos otros impuestos, incentivando así la producción nacional entre ambos, como objetivo inicial y principal. Este acuerdo se rige bajo las normas de la Organización Mundial del Comercio.

¿Una definición sencilla? Si, a simple vista. ¿Entusiasta? Claro, ¿como no vamos a querer que lo mejor de nuestros productos (aunque no nos den de esos) se conozca en otros países y más aún, que haya trabajo? Pero no es tan sencillo y más cuando la mayor parte de lo que hay para  ofrecer proviene de la agricultura, sector altamente afectado por la guerrilla.

Colombia, en general, ofrece productos como banano, café flores en su mayoría; entre otros. Pero el nivel de exportación que tiene el país es inferior, en gran medida, a la de otros países. Parecieran poner más empeño en firmar que en negociar. ¿Qué sucede, entonces, con los otros sectores de la economía?¿Cómo vamos a comprar los productos que vienen de afuera sino vendemos en igual o mayor medida los nuestros?


Estos son los TLC de Colombia:

Suscritos:
Vigentes:
 En curso:

En contraste, y dada las actuales condiciones de negociación que las Farc han impuesto al Gobierno, hay un punto muy importante que se señala: "Denuncia o revisión de tratados y acuerdos y de todo tipo de regulaciones de libre comercio, inversión o propiedad intelectual que afecten la soberanía alimentaria y las condiciones de nutrición y alimentación de la población". (Tomado de El Espectador)¿Le concederá el Gobierno este deseo a las Farc?




Foto MorgueFile.com






 

miércoles, 23 de enero de 2013

¿Qué es educación virtual?

Alrededor de la educación virtual existen diversos mitos que generan temor y displicencia ante el acelerado crecimiento de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad. Algunos piensan que se trata de trasladar la educación presencial al plano virtual; otros, que supone una nueva forma de educación a distancia; todavía no hay conciencia sobre cómo utilizar el medio. O, en cambio, no se accede porque no todos tienen la posibilidad de tener computador y mucho menos Internet.

 Juan Carlos Montoya, jefe de la escuela virtual de Comfama, define la educación virtual como la transformación de los procedimientos de la presencialidad a la virtualidad, por lo que Internet se convierte en un medio; sin embargo, requiere otro tipo de perfil en las personas porque se tienen que organizar, tener auto motivación y acceso a la tecnología.

Virtuales a medias

Marcelo Gómez, tutor virtual de Comfama, afirma que “la educación virtual obedece a varios procesos pero viene de la educación a distancia. Ellos se intercambiaban documentos como si fueran cartas. Luego ese medio lo reemplazaron la televisión y la radio. El canal cambió y terminó en educación virtual. Todavía no hay virtualidad total porque no estamos acostumbrados a eso. Sin embargo, todavía guardamos vicios de la era de la educación a distancia”.

En este sentido, José Antonio Millán, en el texto “La educación ante el caballo de Troya”, señala que “gran parte de las resistencias que encuentran los procedimientos de enseñanza por línea provienen de una cuestión más ideológica que técnica. Quienes creen que el único contacto real es el que establecen aquellos que hablan en el mismo espacio y al mismo tiempo repudiarán todos los intentos de educación a través de las redes avanzadas como algo deshumanizado y tecnificado”. Pero, enfatiza el autor, la ramificación del uso de las redes en nuestra sociedad no depende sólo de la voluntad de cambio didáctico; el abaratamiento de las comunicaciones y la difusión de las tecnologías necesarias, son los requisitos indispensables para entrar en la revolución que se avecina.


Computador Vs. profesor

Ante la apresurada demanda de conectividad a la red, Alexander Agudelo, docente de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, asegura que se ha puesto más interés en obtener el servicio, que en cómo aprender a utilizarlo ya que Internet ha sido mal interpretado en el nombre de la cobertura. Que aunque éste ha facilitado el cubrimiento de la educación en zonas donde aparentemente es difícil acceder, está supeditado el hecho de cómo pueden tener allá el recurso y no pueden tener al maestro.

Pero Juan Carlos Montoya puntualiza que “un profesor por Internet, por supuesto, debe de tener muchas más habilidades que el presencial: conocimiento, pedagogía, metodología y criterios didácticos. El que quiera estar en Internet tiene que adquirir unas nuevas competencias para desarrollar su mismo trabajo en esta nueva herramienta; lo que pasa con los profesores que le temen a Internet es porque hay un manejo de información más alto que lo que podría contener un profesor. En un momento dado un estudiante podría tener mucha más información, más datos que el profesor”.

En este sentido, Pierre Lévy en el texto “La cibercultura y la educación”, apunta que “los sistemas de educación y formación deben afrontar dos grandes reformas: en primer lugar, la adaptación e integración de los dispositivos y la filosofía AAD (Aprendizaje Abierto y a Distancia 1) a las prácticas habituales de la educación. La segunda reforma se refiere al reconocimiento de lo adquirido 2”.

Oscar Chaparro, ex alumno virtual de Comfama, recuerda que más que un problema de conectividad o técnico, es el tiempo. “Yo me podía sentar una madrugada, un fin de semana, adelantar sobre el trabajo, hacer las cosas, ganar tiempo, sin ninguna dificultad. No tenía que estar pendiente de salir del trabajo porque a la hora que yo entraba, los contenidos estaban allí, porque la virtualidad es una alternativa de tiempo”, decía.

En cualquier caso, señala Jesús Salinas Ibáñez en el texto “Uso educativo de las redes informáticas”, “lo que sí podemos dar por seguro es que la educación parece ser uno de los campos privilegiados de explotación de la posibilidades comunicativas de las redes informáticas, y ante semejantes perspectivas los pedagogos no podemos quedar indiferentes”.

“Enseña el contenido”

“Cuando tú hablas de educación virtual, se crean nuevos roles porque en ese momento cuando tu entras a la educación virtual, el rol del profesor cambia: ya no es el profesor el que tiene el conocimiento sino que lo tiene el contenido, el cual es un diseño donde interactúan varios actores: está el experto en el tema, un diseñador pedagógico, un ingeniero de sistemas, un diseñador gráfico, por lo tanto, un contenido es autónomo en sí mismo, porque tiene todos los elementos necesarios para que la persona aprenda”, afirma Marcelo Gómez. Entonces – continúa – “el papel del tutor en estos momentos no es enseñar porque el que enseña es el contenido, es el que tiene todo: la clase y unos ejercicios de aprendizaje, no de enseñanza, sino de aprendizaje para que el alumno aprenda. El tutor cambia el rol y se vuelve un facilitador del conocimiento”.

Pero Alexander Agudelo no está muy convencido de ello. Aunque asegura que existe un manejo de información, en general muy buena, que permite unas aperturas que a muchos no nos cobijó cuando nos estábamos formando, no está seguro de poder ser un espacio para el desarrollo de procesos pedagógicos. “El medio es indispensable – añadió -. Lo que creo es que los medios sino tienen detrás una concepción clara de un por qué y un para qué de su existencia, en lo que se convierten es en eso, en instrumentos”.

Fotos MorgueFile.com